Natxo Allende

Natxo Allende DIBUJA

MI INFANCIA

Recuerdo mi infancia siempre.

Desde siempre he sido el dibujante de la clase. Para los niños, alguien que dibuje bien imponía mucho respeto y admiración, por eso apenas sufrí acoso escolar.

Recuerdo toda mi infancia estar dibujando sin parar. Mis padres me regalaban rotuladores o lápices de colores y me pasaba las horas pintarrajeando cualquier hoja o cuaderno.

Digamos que me he pasado toda mi infancia y adolescencia dibujando, y eso me salvó de aburrirme en el colegio.

 

Adolescencia

Recuerdo quedar con amigos que les gustaba dibujar comics todos los sábados en mi casa. Esa fue mi primera y gran pasión, los comics. Desde los 13 años empecé a coleccionar comics y fueron mis compañeros de viaje durante años.

Fui siempre muy mal estudiante, me costaba horrores memorizar todo porque mi mente era muy inquieta. Como tenía que pasar muchas horas estudiando, solía dibujar en los márgenes de los libros. Repetí 8º de EGB y tuve que volver a estudiar todos esos libros llenos de dibujos. Pues bien, volví a dibujarlos encima, aquello era una obra de arte jaja, que lástima que se perdieran.

juventud

Dejé de estudiar con 18 años y mis padres decicieron que tenía que hacer algo relacionado con mi talento artístico. El problema es que ya no podía hacer la carrera de Bellas Artes, algo que me hubiera gustado hacer pero que me fue imposible porque no llegué a la universidad.

A partir de ahí mi vida fue dando tumbos, viviendo en pensiones y pisos compartidos, porque tuve que irme de casa debido a la tensión ahí reinante.

Editor y Director de La Comictiva

Por aquel entonces iba a todos los festivales de comic que había, Barcelona, Angouleme, etc. Y allí había gente que se autopublicaba sus comics. Entonces me dije, por qué no hacer un fanzine? Si, pero cómo?. La casualidad hizo que conociera a un estudiante de derecho, que me aconsejó pedir una subvención al Ayuntamiento de Bilbao para sacar mi primer número de La Comictiva, que así es como finalmente se llamó el fanzine. Para eso monté la Asociación de Comic de Euskadi. Una asociación cultural sin ánimo de lucro no exenta de polémica porque algunos dibujantes vascos dijeron que quién era yo y por qué había creado esa asociación sin consultarles. Yo solo quería crear algo que aglutinase a todos los dibujantes vascos, pero aquello fue imposible. Los odios y celos salieron a la luz y no hubo manera de hacer nada. En cambio, aproveché la coyuntura para sacar el fanzine. 

La alegría de ser subvencionado duró solo dos números, el resto tendría que ser yo el artífice que de donde sea pudiera sacar dinero para sacar un tercer número. Costó muchísimo pero lo saqué. Y después del número 3, vino el 4, el 5… y así hasta el número 20. La aventura duró 7 años y pasado un tiempo el fanzine se convirtió en revista. En los buenos años, llegó a vender 5000 ejemplares, y fue nominado a mejor Fanzine en el festival de comic de Barcelona y ganó un premio al mejor fanzine europeo en el Festival de Angouleme en Francia.

Las mala decisiones de marketing y ventas hechas, tras asociarme con las empresas editoras La Factoría de Ideas y después con Hilargi Ediciones, unido a que el maquetador se dedicara a otros menesteres y no pudiera trabajar más con el proyecto, hizo que la revista sucumbiera y no se pudiera publicar ningún número más.

El empujón definitivo fue que me dedicara al porno y viera un poco de luz en mi exigua y pobre economía. No me lo pensé dos veces, me volqué en internet y dejé para siempre la revista. No sin antes haber visitado a todas las editoriales de comic del país, pidiendo ayuda para sacarla adelante.

En 2001 La Comictiva dejó de publicarse y también dejé de dibujar.

Caricaturas

Los veranos solía ir a los San Fermines a hacer caricaturas y a un pueblo de la costa mallorquina: Cala Ratjada. Allí pasé varios veranos haciendo caricaturas con mejor o peor fortuna. Ese dinero que conseguía, me permitía ir sobreviviendo económicamente en los duros inviernos de Bilbao. 

Un verano todo explotó. No se por qué pero trabajé como nunca. Hice muchísimas caricaturas y acabé cansadísimo, agotado, no quería ver un lápiz ni en pintura. Coincidió con el despegue de la web y por suerte no tuve que ir de nuevo a hacer más caricaturas en mi vida. Pero yo ya estaba tocado, no quería dibujar más, estaba empachado, harto. Todas las horas que dedicaba al dibujo pasaron a ser consumidas por el ordenador y el invento del siglo: Internet.

Fin de Primera etapa 1983-2001 (4 razones)

Las cuatro razones por las que dejé de dibujar fueron:

  1. Dejó de interesarme los cómics y el dibujo. Al cerrar la revista, ya no me interesaba nada de ese mundo. Al acabar harto de dibujar debido a las caricaturas, no quería ver un papel ni un lápiz nunca jamás.
  2. La revista se tuvo que cerrar por fuerzas mayores. A un socio editor se le ocurrió sacar solo 5000 números, que eran los números que se vendían, de los 10.000 que se publicaban. Luego sacó tan solo 2500. Al final salieron solo 1000 y ya no hubo manera de arrancar. Ni los propios colaboradores tenían la revista. Todo fue un fracaso, y vi como se fue de las manos el proyecto de tantos años.
  3. El maquetador se puso a trabajar en una agencia de publicidad y no tenía tiempo apenas en fines de semana y vacaciones; y yo no encontré a nadie al mismo nivel. Jonardo era una parte fundamental en todo esto. Sin él, costaba todo mucho.
  4. Una nueva etapa, mucho más atractiva, aparecía en mi vida. La página web que había creado estaba empezando a darme dinero, y no dudé ni un minuto en volcarme a mejorar y perfeccionar lo que me estaba quitando de ser pobre. El porno aparecía en mi vida como un flotador de salvamento y cambiaba mi vida radicalmente para siempre.

Atrás quedaron esas noches dibujando, esas revistas de comics que coleccionaba. Dejé todo ese mundo de repente, como si nunca hubiera sido parte de él o hubiera existido jamás. Nunca más volví a coger un lapiz, pluma o rotulador, ni leí un cómic má

Segunda Etapa 2018

Y entonces, un día  y veo a un amigo como dibuja con un Ipad Pro y me quedo totalmente maravillado. Esta es otra historia. Qué bonito queda todo y cuantas cosas se pueden hacer, madre mia!. Y es cuando empieza una nueva etapa.